La Eva mitocondrial, según la genética humana, fue una mujer africana que, en la evolución humana, correspondería al ancestro común más reciente femenino que poseía las mitocondrias de las cuales descienden todas las de la población humana actual.
La Eva mitocondrial recibe su nombre de la Eva que se relata en el libro del Génesis de la Biblia.
Al seguir la línea genealógica por vía materna de cada persona en el árbol genealógico de toda la humanidad, la Eva mitocondrial correspondería a un antepasado femenino común que comparte toda la población actual de seres humanos (Homo sapiens).
Basándose en la técnica de reloj molecular, investigaciones recientes (2009) estiman que este ancestro vivió hace aproximadamente 200.000 años, lo que corrobora los primeros cálculos proyectados en 1987. La región más probable en que se originó es el África Oriental.
Una comparación del ADN mitocondrial de distintas etnias
de diferentes regiones sugiere que todas las secuencias de este ADN
tienen envoltura molecular en una secuencia ancestral común. Asumiendo
que el genoma mitocondrial
sólo se puede obtener de la madre, estos hallazgos implicarían que
todos los seres humanos tienen una ascendente femenina común por vía
puramente materna cuando ya habrían existido los primeros y más
primitivos Homo sapiens, tales como el Homo sapiens idaltu.
Uno de los errores más comunes es creer que la Eva mitocondrial era
la única mujer viva en el momento de su existencia y que es la única
mujer que tuvo descendencia hasta la actualidad. Estudios nucleares de
ADN indican que el tamaño de la población humana antigua nunca cayó por
debajo de algunas decenas de miles de personas, y, por lo tanto, había
muchas otras mujeres con descendientes vivos hasta hoy, pero que en
algún lugar en todas sus líneas de descendencia hay por lo menos una
generación sin descendencia femenina pero sí masculina, por lo tanto no
se mantuvo su ADN mitocondrial pero sí su ADN cromosómico.
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